de Jairo Jose Bracamonte, el Lunes, 25 de julio de 2011 a las 11:37

Palmero Alejandro quisiera por favor escuchar tú opinión personal sobre este articulo Duro y Dificil de digerir,seria interesante investigar de donde carajo sacó C. Marx esta informacion de la historia de venezuela,pues me imagino que un hombre con la trayectoria de el,no es un hablador de paja para inventar esta informacion,tambien sería interesante investigar si Manuel Piar testigo y victima de las supuestas arbitrariedades de Bolivar,dejó algun documento o carta referente al tema;pues sí esto llegare a ser cierto razón tiene el monigote Chavez en decir que el es la reencarnacion de Bolivar sobre todo por lo cobarde y la obsecion de poder,tambien suena contradictorio que Chavez se proclame Marxista y Bolivariano al mismo tiempo,igualmente quedan muy mal parados los Historiadores de este País.

Marx y Bolívar

CARLOS M. AYALA CORAO

ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL

Karl Marx se refirió a Simón Bolívar como el "canalla más cobarde, brutal y miserable. Bolívar es el verdadero Soulouque", (carta de Marx a Engels de fecha 14-2-1858). En esa misma oportunidad, afirmó que Bolívar era un mito de la fantasía popular: "La fuerza creadora de los mitos, característica de la fantasía popular, en todas las épocas ha probado su eficacia inventando grandes hombres. El ejemplo más notable de este tipo es, sin duda, el de Simón Bolívar".

En días pasados, por mera casualidad nos topamos con un pequeño opúsculo titulado Simón Bolívar, cuyo autor es Karl Marx, publicado por Ediciones Sequitur, Madrid, 2001. Confieso la impresión que nos llevamos al constatar la existencia de esta obra la cual ignoraba, como creo que es el caso de muchos venezolanos.

La verdad es que con sus distancias geográficas y su diferencia de edades (Bolívar nacido en Caracas en 1783 y Marx en Tréveris en 1818), nada nos podía hacer suponer que alguno de ellos sería objeto de atención por el otro. Pero la coincidencia ocurrió cuando en 1857, Charles Dana, director del New York Daily Tribune, solicitó a Marx y a Engels un grupo de biografías para incorporarlo en la New American Cyclopaedia.

Es el propio Marx quien en la referida carta a Engels, nos dio noticias de los reparos de Dana contra su artículo sobre Bolívar, porque estaba escrito en un tono prejuiciado y, además, le había exigido más fuentes. A Dana, no le faltó razón para rechazar el artículo de Marx, pues como incluso lo reconoció este último, ciertamente se salía del tono enciclopédico.

Marx comienza su artículo refiriéndose a Bolívar como un descendiente de familias mantuanas, que en la época de la dominación española constituían la nobleza criolla en Venezuela. Luego, Marx continúa su relato emitiendo una serie de afirmaciones y conceptos ciertamente prejuiciados, inexactos o deformados sobre la vida del Libertador. En este sentido afirma que el Libertador rehusó adherirse a la revolución que estalló en Caracas el 19 de abril de 1810, a pesar de las instancias de su primo José Félix Ribas. En cuanto a la misión de Bolívar a Londres en 1811 (junto con Bello y López Méndez), Marx afirma que ésta se redujo a la autorización para exportar armas, teniendo que abonarlas de contado y pagar fuertes derechos.

La pérdida de la plaza de Puerto Cabello en la Primera República, Marx la describe como una huida cobarde y a escondidas de Bolívar para ocultarse en San Mateo y con posterioridad participar, personalmente, en el asalto y detención de Miranda en La Guaira, traicionándolo de esta forma al entregarlo engrillado al general español Monteverde -quien lo envió a Cádiz donde luego moriría-. Esta traición la reseña Marx como debidamente recompensada con la expedición del pasaporte español a Bolívar, en reconocimiento por su 'servicio prestado al Rey de España con la entrega de Miranda'.

Marx describe la victoria en la toma de Santa Marta en 1814 como una hazaña en la cual, a pesar de que la ciudad ya había capitulado, Bolívar le permitió a sus soldados que la saquearan durante cuarenta y ocho horas. La retirada a Jamaica en 1815 es descrita como una huida de Bolívar durante ocho largos meses, mientras los generales patriotas ofrecían su tenaz resistencia en Venezuela; y la Carta de Jamaica es una defensa de Bolívar ante su fuga de los españoles, en la cual pretendió presentar su renuncia al mando supuestamente en aras de la paz pública. Marx describe otra huida cobarde de Bolívar en 1816 frente a una diminuta fuerza del general Morales en Valencia, que lo llevó a retroceder a rienda suelta hasta Ocumare (de la Costa) para saltar y embarcarse a bordo del Diana rumbo a Bonaire, 'dejando a todos sus compañeros privados del menor auxilio'. De allí _relata el autor_ que Piar haya amenazado a Bolívar con someterlo a un consejo de guerra por deserción y cobardía. Piar es para Marx el héroe singular de la conquista de Guayana que le da un vuelco favorable a la guerra de Independencia. Bolívar es el dictador traidor y cobarde que (de nuevo) abandona a Arismendi en 1817 en Margarita en manos de los españoles, y luego a Freites en la Casa de la Misericordia en Barcelona, donde éste muere en batalla. Frente a ello, Piar no escatimaba sarcasmos contra Bolívar como el 'Napoleón de las retiradas'. Pero bajo 'falsas imputaciones' de haber conspirado contra los blancos, atentado contra la vida de Bolívar y aspirado al poder supremo, es que Piar es fusilado en Angostura.

La conquista de Nueva Granada no se le debe a Bolívar y a las tropas patriotas, sino a 'las tropas extranjeras, compuestas fundamentalmente por ingleses'. Por ello -anota Marx- tras dejar en funciones al Congreso granadino y al general Santander como comandante, Bolívar marchó a Pamplona, 'donde pasó más de dos meses en festejos y saraos'.

A la cobardía de Bolívar en Calabozo en 1819, al no haber decidido avanzar sobre las tropas inferiores en número de Morillo, se debe la prolongación de la guerra por cinco años más; y la tregua del Convenio de Trujillo en 1820 con Morillo fue hecha 'a espaldas del Congreso de Colombia'.

En cuanto a la Batalla de Carabobo (1821), Marx relata que a Bolívar le pareció tan imponente la posición del enemigo, 'que propuso a su consejo de guerra la concertación de una nueva tregua, idea que, sin embargo, rechazaron sus subalternos'. Los éxitos de la campaña de Quito (1822) 'se debieron a los oficiales británicos'. Y en Bolivia, 'sometida a las bayonetas de Sucre', Bolívar 'dio curso libre a sus tendencias de despotismo'.

El Congreso de Panamá (1826) fue convocado por Bolívar con la intención real de unificar América del Sur en una república federal, cuyo dictador quería ser él mismo. Los diversos mandatos de Bolívar al frente de la Gran Colombia fueron planeados por él para satisfacer sus apetencias de poderes dictatoriales.

Finalmente en 1830 Bolívar pretendía invadir a Venezuela desde Colombia para someterla, pero se asustó frente al ejército de Páez, y se vio entonces obligado a presentar su dimisión, a condición de que se retirara al extranjero favorecido con una pensión anual.

En la descripción personal de Bolívar que Marx cita de Docoudary-Holstein, se lee entre otras perlas lo siguiente:

'Tiene frecuentes y súbitos arrebatos de ira, y entonces se pone como loco, se arroja en la hamaca y se desata en improperios y maldiciones contra cuantos lo rodean. Le gusta proferir sarcasmos contra los ausentes, no lee más que literatura francesa de carácter liviano ... Le agrada oírse hablar, y pronunciar brindis le deleita'.

Este texto de Marx, suerte de 'leyenda negra' de nuestro Libertador Simón Bolívar, fue descubierto en 1935 por Aníbal Ponce en los archivos del Instituto Marx-Engels-Lenin de Moscú, y tras ser traducido, fue publicado por primera vez en castellano en la revista Dialéctica de Buenos Aires en 1936.

No podemos menos que expresar que resulta insólito un texto histórico tan prejuiciado como el escrito por Marx sobre Bolívar. Posiblemente en ello influyó sobre Marx la noción hegeliana de los 'pueblos sin historia'. Pero aun así, ello pone de relieve los errores de mezclar la ideología con la historia.

Lo curioso es que esta visión del proceso revolucionario de la independencia latinoamericana haya sido compartida por marxistas acríticos de tendencia historiográfica soviética, prácticamente hasta 1959, cuando en la segunda edición en ruso de las obras de Marx y Engels se incluyó por primera vez una severa crítica de las posiciones sostenidas en el artículo de Marx sobre Bolívar. Necesario es, entonces, que aprendamos la historia de los historiadores y viceversa, para no cometer sus propios errores.

CARLOS M. AYALA CORAO

EL UNIVERSAL,